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MAGIAS

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PUNTO ACTUAL

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La constante es la creación de atmósferas lumínicas y experiencias sensoriales a partir de compartir esa creación.

 

A partir de investigaciones desarrolladas en paralelo, llegamos a algunos puntos de unión

En la investigación sobre imagen virtual y material, empiezo a explorar sobre la fabricación de imágenes vivas o atmósferas lumínicas y sonoras con la premisa de hacerlo de la manera más analógica y casera posible. Un día, surge la aparición de la palabra magia. Surge de la necesidad de expresar una fascinación, una sorpresa y un placer. Surge la pregunta entorno a la definición de ese concepto y también una reflexión sobre su lugar en el contexto social actual.

 

Dentro de la idea convencional de magia hay un recorrido antropológico que viaja desde las primeras creencias que se conocen, la religión, los rituales y las diferentes prácticas esotéricas. Aparte de esta línea existe la concepción de la magia como entretenimiento, el truco o el mecanismo para sorprender mantiene la “ilusión”. Todas las energías y creencias que conviven en la primera se contraponen con una actividad lúdica.

 

La ciencia resuelve tanto nuestras dudas undo cientifico  algo se escapa

 

¿Existe una forma más rugosa de entender la magia? ¿Hay posibilidades de salir de esa concepción convencional?

 

Nos interesan algunas características y efectos de los acontecimientos o espacios “mágicos”. Para pensar en ellos con una intención artística y que se materialice en una pieza, nos intentamos acercar a la magia desde puntos que pueden potenciar la investigación:

 

Magia como experiencia sensorial

 

¿Cómo se puede crear un dispositivo escénico que genere una atmósfera mágica? En el acontecimiento performativo a veces se producen sensaciones que apelan a un placer y una fascinación que tienen con el encuentro colectivo o el acto performativo en sí. Llamar magia a este fenómeno es muy similar a la idea de magia a través de la representación, con ese momento en el que el espectador se reconoce a sí mismo o identifica momentos vitales, o incluso apela al ritual, en cuanto a nuestra manera de tratar las cosas y darles un valor a la hora de presentarlas para convertir el acto en rito.

 

Sin embargo, hay otra forma más sensorial y menos racional de poner la magia en el encuentro. Esto parece tener que ver con el contacto directo de los sentidos con agentes nuevos y excitantes, por ejemplo, cuando invitamos al espectador a compartir una experiencia exclusivamente táctil, sonora o culinaria. Nos gustaría despertar ese otro sentido que no está tan definido, ese que nos da el aviso de que algo “mágico” está sucediendo y que genera una experiencia física. La emoción/ilusión que experimenta un cuerpo al entrar en contacto con una experiencia que no comprende del todo, pero que le provoca fascinación. Los fenómenos científicos/mágicos consiguen que una materia se transforme frente a nuestros ojos, boca, oído, nariz y piel incitándolos y generando una emoción que nos interesa explorar.


 

Magia como disidencia

 

Dentro del ritmo de vida occidental, capitalista y urbano es difícil encontrar lugares para la fascinación y el placer. Este estilo de vida que pretende extenderse al mayor número de cuerpos posible, parece haber fagotizado la creencia en la magia y haberla transformado en  ciencia. Toda aura mágica puede ser absorbida por el escepticismo. No se trata de comprobar nuestras hipótesis, sino de cuestionarse cuáles son las oportunidades personales, privadas o colectivas para vivir estas magia. Además de intentar huir de la reducción de la magia a la ignorancia y al desconocimiento de la estrategia o mecanismo. Cuando un calabacín, que has sembrado tú mismo, crece en tu huerto es inevitable sentir una sensación de admiración por la naturaleza que trasciende el entendimiento de la botánica. También puede ocurrir simplemente por abandonarte a la belleza de una pompa de jabón que vuela delante de ti.

 

Lo que rescatamos de esto es el acto político que puede suponer encontrar esos espacios de fascinación en fenómenos tanto cotidianos y naturales como creados artificialmente para hacer funcionar elementos que parecían improbables. Además, vemos una oportunidad para darle una vuelta al escepticismo, intentado compartir la magia en un proceso científico precisamente haciendo transparente el proceso, colocando el foco ahí, haciendo cómplice al espectador.  

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¿No crees en la magia porque no crees que las cosas se puedan transformar?

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¿La tendencia estética flourescente actual es un grito a lo mágico o solo una predecible estética futurista?

Cuando tenía 8 años la madre de mi amiga Ruth me llevó a casa. Le dijo a mis padres que no podía seguir jugando en su casa porque ya no estaba jugando, me estaba peleando mucho con Ruth. Al marcharse esta señora desagradable, tuve que dar explicaciones de la pelea. Ya no podía ser nunca más amiga de Ruth, simple y claramente porque yo no puedo confiar en la gente que no cree en la magia y mucho menos en una niña de solo 7 años que te dice: “La magia no existe”.

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No confío en alguien que no cree en otros posibles, en lo imposible, no cree en las cosas que no puede palpar, en las cosas que no puede ver o que la ciencia no le puede explicar. Otros mundos son posibles aunque no los conozcas, no? Los unicornios existen, los rinocerontes son una clara especie de unicornio.

 

Si no fuera por la gordofobia los rinocerontes serían considerados unicornios.

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